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10 de abril de 2010

No hay moneda sin desarrollo

 Por Claudio Lozano *
http://talleresegarcia.com/soldador.jpgEl debate acerca del uso que debe darse a las reservas en poder del Banco Central, a propósito del dictado del DNU que crea el Fondo del Bicentenario y la Estabilidad por medio del cual se dispone utilizarlas para el pago de deuda pública, amerita un análisis más profundo y riguroso sobre las causas e implicancias que atraviesan a dicha decisión. La lógica vigente de acumular reservas para sostener el signo monetario expresa el resultado de los procesos de endeudamiento, valorización financiera, fuga de capitales, desindustrialización, trasnacionalización de los agentes económicos y ruptura de la matriz de financiamiento estatal. Procesos estos que desde hace más de 3 décadas se han operado en nuestro país, y que han dado como resultado la desaparición de la moneda local como reserva de valor, imponiendo límites profundos y precisos a las dos propuestas que hoy se presentan como antagónicas.
 
http://www.tendenciaeconomica.com/wp-content/uploads/2008/07/dolares-242x300.jpgDe un lado, la propuesta oficial de usar reservas para el pago de deuda es el resultado de la no resolución de los problemas del financiamiento estatal así como del fracaso de la política de desendeudamiento (que a pesar de haber pagado más de 40.000 millones de dólares de deuda en estos 6 años, la deuda supera aun los 140.000 millones de dólares, y sus vencimientos representan más del 30% del presupuesto). Así, el uso de reservas que propone el oficialismo emerge como el resultado
de la ausencia de las reformas estructurales (en materia productiva, de replanteo de la relación con los agentes económicos más concentrados y trasnacionalizados, y en el plano del financiamiento estatal) que el oficialismo no encaró desaprovechando la inmejorable oportunidad que otorgara la fase expansiva del ciclo económico 2002 – 2007. Por otro lado, la propuesta más ortodoxa (que esgrime el eje opositor UCR – Coalición – Pro – PJ Disidente) pretende seguir sosteniendo la lógica de la acumulación de reservas como modo de respaldar los agregados monetarios y la estabilidad de la moneda, a costa de profundizar el ajuste del gasto público. 
 
En este marco, nuestra propuesta supone inscribir la posibilidad del uso de reservas en una estrategia que permita dar cuenta de los desafíos que plantea el largo proceso de destrucción productiva, extranjerización y desarticulación fiscal. Desde nuestra concepción, resolver el problema que plantea la cuestión productiva supone considerar que el proceso sistemático y permanente de fuga de capitales es el resultado de la apropiación concentrada del excedente en el marco de un esquema de negocios donde pocas empresas en pocos sectores realizan ganancias extraordinarias a expensas del resto de la sociedad, y donde la valorización financiera sigue ocupando un lugar de privilegio. Esto produce una situación donde la disponibilidad de ahorro doméstico no logra canalizarse en el circuito económico
local. Y no lo encuentra precisamente porque los actores concentrados que apropian dichas ganancias extraordinarias solo invierten de manera vegetativa para mantener sus posiciones dominantes, no están dispuestos a invertir en otros sectores con menores tasas de rentabilidad, y por ende fugan el remanente al exterior. Por lo tanto, resolver los desafíos que plantea el deterioro productivo supone reformular el esquema de rentabilidades (el sistema de precios hoy vigente), a efectos de garantizar
un desarrollo más endógeno, lo cual implica conformar un nuevo actor en capacidad de incidir en el proceso de inversión. 
http://www.elcorreodiario.com.ar/jom/images/stories/925-pozo-petrolero.jpgPor eso, en lugar de usar reservas para pagar deuda, proponemos usarlas para financiar una estrategia de desarrollo. Por tal razón hemos propuesto la creación de un Fondo Nacional para el Desarrollo que permita utilizar la misma magnitud de reservas que plantea la propuesta oficial, pero que sirva para inversión en infraestructura energética (por la vía de la creación de un petrolera estatal), en infraestructurade transporte (con eje en reconstruir la red ferroviaria y la industria naval) y en la reindustrialización y modernización productiva (priorizando a las pymes, empresas recuperadas, cooperativas, etc). De esta manera estaríamos encarando una estrategia que supone replantear el sendero productivo, dinamizar otros actores distintos al capital concentrado y extranjerizado, modificar el papel del Estado en su capacidad de intervención y orientación del proceso de inversión y en consecuencia respaldar el valor de la moneda también en el desarrollo productivo. Resulta claro, además, que transitar este camino requiere modificaciones expresas en la matriz de financiamiento estatal (reforma impositiva con sesgo progresivo, revisión de los distintos regimenes de subsidios al capital concentrado y la necesaria revisión del endeudamiento respecto a sus condiciones de legitimidad y legalidad con el objetivo de ordenar adecuadamente el perfil del vencimiento de la deuda pública). Hay una trampa que evitar. No hay contradicción entre reservas para estabilizar la moneda o reservas para el desarrollo. Básicamente porqueno hay moneda sin desarrollo.


(*) Diputado Nacional
Buenos Aires para todos
Proyecto SUR

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