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28 de febrero de 2010

HAITÍ - Invasión disfrazada de ayuda humanitaria

Estados Unidos utiliza la tragedia natural para ocupar el país devastado

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Cinismo: en medio de la tragedia natural más terrible de la historia latinoamericana, Estados Unidos desembarcó en Haití 16 mil soldados de la siniestra 82 División Aerotransportada y envió una flota nuclear que rodea como un anillo al país caribeño. Sólo los países del Alba denunciaron la ocupación militar y exigieron a las Naciones Unidas que se expidiera sobre esta salvaje situación. Hasta el cierre de esta edición, el número de víctimas mortales sobrepasaba las 177 mil personas. La ayuda humanitaria para los tres millones de afectados –buena parte de ellos acosados por el hambre, la falta de agua, las enfermedades infecciosas y las heridas sufridas en el terremoto– fue obstaculizada por la ocupación del Aeropuerto y el predio de la Casa de Gobierno por parte de las tropas imperialistas, que demoraron la llegada de alimentos, medicamentos y personal sanitario durante la primera semana.
Evo Morales no estuvo solo cuando denunció a Estados Unidos por utilizar la tragedia natural ocurrida en Haití para ocupar militarmente al país. El 16 de enero, días antes de que el presidente boliviano pidiera a las Naciones Unidas una reunión de emergencia para repudiar y rechazar la ocupación militar estadounidense en Haití, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, acusó a Estados Unidos de aprovechar la situación haitiana tras el terremoto para instalar sus tropas en el país: “A mí me preocupa seriamente lo que está aconteciendo en Haití porque se está manipulando un drama para instalar tropas norteamericanas que ya han ido tomando el control militar del aeropuerto en Puerto Príncipe. Parece que no son suficientes las bases militares que los norteamericanos tienen en el continente”, apuntó. Desde su programa dominical Aló Presidente, también Hugo Chávez denunció la situación: “¿Quién dijo que hacen falta soldados con fusiles y ametralladoras? Lo que se necesita es medicina, agua y alimentos”.
Los primeros soldados de la 82 División Aerotransportada de Estados Unidos (Ver recuadro) se desplegaron el 15 de enero en el principal aeropuerto de Haití. Hasta el cierre de esta edición, Estados Unidos había enviado 16 mil soldados a la nación caribeña. “Temo que de no haber un rechazo continental rápido, Haití se convierta en otra base norteamericana”, se sumó el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera. En su visita a Haití, García Linera reprobó el papel de los soldados estadounidenses con los sobrevivientes del sismo y en las horas de recorrida por la capital constató que el contingente estadounidense no realizaba labores humanitarias: “Haití necesita médicos no soldados norteamericanos. Y si van soldados norteamericanos, que vayan a trabajar, no a controlar el país ni a asumir el control militar de la zona”. En clara definición de su posición, el presidente estadounidense Barack Obama creó a mediados de enero el Fondo Clinton-Bush (Ver recuadro) “para coordinar el envío de las ayudas de individuos y corporaciones al país caribeño y asegurar que se realice rápido y con seguridad”. En declaraciones a la prensa, Obama dijo que el Fondo “contribuirá a demostrar al mundo el espíritu del pueblo de Estados Unidos que está realizando uno de los mayores esfuerzos humanitarios de la historia del país”. Bajo la excusa de brindar ayuda humanitaria, Estados Unidos envió además una flota nuclear que rodea al país como un anillo. Según el propio gobierno, su objetivo es prevenir los posibles brotes de violencia que amenazan con extenderse a todo el territorio. Fidel Castro puso las cosas en otro contexto: “Haití es un producto neto del sistema colonial capitalista imperialista impuesto al mundo. Tanto la esclavitud como su ulterior pobreza fueron impuestas desde el exterior. El terrible sismo se produce después de la Cumbre de Copenhague donde fueron pisoteados los derechos más elementales de 192 Estados que forman parte de la Organización de Naciones Unidas”, escribió en su reflexión del 23 de enero; y recordó que tras la tragedia se desató una competencia por la adopción precipitada e ilegal de niños y niñas que obligó a Unicef a tomar medidas preventivas contra el desarraigo de muchos niños. 
Según cifras oficiales, el número de víctimas mortales sobrepasa las 177 mil personas y la ONU estima que el sismo afectó a tres millones de personas –un tercio de la población haitiana– y que medio millón ha quedado en la calle. Un elevado número de ciudadanos ha perdido brazos o piernas, o ha sufrido fracturas que requieren rehabilitación para el trabajo o el desenvolvimiento de sus vidas. El 80% del país debe ser reconstruido. “En medio de la tragedia, sin que nadie sepa cómo y por qué, miles de soldados de las unidades de infantería de marina de Estados Unidos, tropas aerotransportadas de la 82 División y otras fuerzas militares han ocupado el territorio de Haití. Peor aún, ni la Organización de Naciones Unidas, ni el Gobierno de Estados Unidos han ofrecido una explicación a la opinión pública mundial de estos movimientos de fuerzas (…) Es necesario discutir seriamente el tema y asignar a la Organización de Naciones Unidas el papel rector que le corresponde en este delicado asunto”, agregó Fidel quien recordó al mundo que Cuba y el resto de los países integrantes del Alba, a diferencia de Estados Unidos, están enviando médicos y no soldados. 

Memoria de la injerencia
En una actuación sin escrúpulos, Estados Unidos transformó la hecatombe ocurrida en Haití y el dolor de su pueblo en una nueva intervención militar con el objetivo de ocupar ese país y colocar una fuerza interventora a escasos kilómetros de Cuba. La 82 División Aerotransportada que Estados Unidos envió a ese país es una unidad élite del ejército que ha participado a través de 100 años en la mayor parte de las intervenciones militares en todo el mundo: estuvieron presentes en las ocupaciones militares en Irak y Afganistán. América Latina conoce de sobra las actuaciones criminales de esta División: fueron los ejecutores directos de las invasiones militares a República Dominicana en 1965, a Granada en 1983 y a Panamá en 1989. A través de su historia, el propio Haití ha conocido la injerencia militar de Estados Unidos. Bajo la aplicación de la política del Gran Garrote, Estados Unidos invadió el país caribeño en 1910 para controlar su Banco Central, y en 1915 ocupó el país y se mantuvo por 18 años hasta 1933. Más recientemente, la División intervino en 1994 y 2004. Las características de esta nueva operación militar, el número de tropas y la cantidad y calidad del armamento que portan los soldados no guardan relación con las necesidades del pueblo haitiano ni con las características de una acción humanitaria. La inmoralidad del imperio llegó a su punto cúlmine cuando el presidente Obama creó el Fondo Clinton-Bush involucrando al ex presidente George Bush, genocida en Irak y relacionado con algunas de las peores actuaciones intervencionistas de Estados Unidos en el mundo. El nombre de Bush no está vinculado con las acciones humanitarias en ningún lugar del planeta, ni siquiera en Estados Unidos cuando fue incapaz de movilizar a tiempo los recursos humanos, financieros y materiales que ese país tiene en abundancia para socorrer con eficiencia a las víctimas del Huracán Katrina. La ocupación militar de Haití se inscribe en la ofensiva imperialista contra los pueblos de América Latina y el Caribe. Primero fue la reinstalación de la IVª Flota, luego el Golpe de Estado en Honduras, posteriormente la instalación de siete bases militares estadounidenses en Colombia, 11 en Panamá y otras en distintos países de la región. Aprovechar la miseria y el dolor de un pueblo devastado por la naturaleza para realizar una acción agresiva e intervencionista muestra la verdadera catadura moral de un imperio en descomposición, donde la vida y la humanidad sólo tiene el valor de la mercancía y de la protección de los intereses de quienes han dominado el mundo utilizando cualquier instrumento. Es tiempo de que los pueblos y los gobiernos del mundo desenmascaren y rechacen vehementemente la ocupación militar de ese pedazo de tierra latinoamericana y caribeña por parte de las tropas estadounidenses.

Sergio Rodríguez Gelfenstein


Año VII
Número 58
Febrero de 2010

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